Muchas veces creemos que la salud es como un concepto abstracto, un estado «deseable» de vida o un período en el cual no estamos enfermos -asumiendo como un hecho la enfermedad- pero no nos detenemos a pensar en todas las cosas que hacemos diariamente para vivir en un estado saludable, y muchísimo menos le ponemos atención a las cosas que dejamos de hacer y que nos llevan a quebrantarla.

¿Cuánto invertimos en cosas que nos producen comodidad y no calidad de vida? Desde electrodomésticos hasta bebidas o recetas «milagrosas» que nos van a hacer perder, en unos pocos días, todos los kilos que hemos subido en una vida, o le devolvemos su dinero -así dicen-.

En los tiempos de nuestros bisabuelos las cosas eran diferentes, todo era manual; las actividades dependían de la luz solar, lo que hacía que las personas durmieran más, se acostaban y despertaban temprano, los alimentos no eran procesados y -por ende- eran mucho más saludables; caminaban aún más y las relaciones interpersonales directas era la única forma de crear una red social.

Hoy todo es distinto, para hacer el café de la mañana no hace falta salir a buscar la leña (300 k/cal), cortarla (500 k/cal), llevarla a la casa (400 k/cal) y encender el fogón (150 k/cal). Ahora solo oprimimos el botón de la cafetera (10 k/cal) y nos sentamos a ver la televisión mientras está listo.

No creo que sea inadecuado disfrutar de las comodidades que nos da la tecnología; al contrario, pienso que todos estos avances vienen a complementar necesidades que han ido surgiendo con el paso de los años, que reducen las distancias y los tiempos de espera, e incluso pueden salvar vidas; pero -está muy claro- que ahora nos cuesta más movernos por nuestra cuenta y asumir la responsabilidad de nuestra salud, y la de nuestras familias.

Si estás esperando un milagro, te doy una sorpresa: ¡El milagro está dentro de cada uno de nosotros y se llama conciencia! Cuando asumimos que nuestro cuerpo es nuestro templo y que se comportará dependiendo de cómo lo tratemos, tomaremos decisiones que harán que nuestra salud vaya mejorando. Hacer comidas balanceadas, tener actividad física regular, descansar adecuadamente, hidratarse con frecuencia, reducir el tabaco y el consumo de alcohol es la receta más fácil de seguir.