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1 marzo 2017 By Gabriela Isler Iniciativa Isler

Una señal de fe

Muchos de nosotros los venezolanos -incluyéndome- soñamos con la posibilidad de que ocurra un milagro en nuestra tierra bendita. A veces pensamos que es responsabilidad de otros intervenir y hacer que sucedan las cosas pero sólo nosotros como ciudadanos de un país es que podemos hacer que pasen.

Durante el foro también pude conversar con el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede. Muy amablemente me regaló unos minutos de su tiempo para escucharme... "Gabriela Isler, le dije. Venezolana", y gratamente me sorprendí al escucharle responder que sabía quién era yo.

Le expresé mi sentir, mi dolor, mi preocupación y la de mi familia entera: 30 millones de venezolanos que tienen la fe en que el Vaticano interceda por nosotros y nos apoye a salir de la crisis en la que nos encontramos. Le comenté que así como están los refugiados del mundo, también se encuentran mis hermanos venezolanos, ya que todos los días sus derechos humanos fundamentales les son violentados. El derecho a la salud, a la dignidad, a la inclusión... Se nos ha negado el derecho a soñar con la felicidad, a no tener que preocuparnos por tener seguridad, alimentación y calidad de vida.

Del mismo modo, le expresé que lo que más me preocupaba era la desesperanza de muchos, el conformismo de otros y la pérdida de fe de quienes ya se dan por vencidos. Después de escucharme, sus palabras para conmigo fueron honestas y sinceras... ¡Así lo percibí!

Sin que esto sea una cita textual de lo que me dijo, me expresó que por mucho que la Santa Sede siga intentando ayudar, existe muy poca intención de solucionar; hay muy poca voluntad del pueblo para hacer que las cosas cambien; pero que no hay que perder la fe aunque todo parezca perdido; que sólo en unión vamos a salir adelante. Insistió en que es necesario que recuperemos los espacios de conciliación ciudadana.

Queda de nuestra parte analizar y entender, leer entre líneas y darnos cuenta que por mucho que algunos intenten ayudar, la solución está en nuestras manos, en el despertar de los millones de venezolanos que debemos unirnos con fe, voluntad y esperanza para recuperar un país que nos pertenece a todos y cada uno de nosotros por igual.

Todos los seres humanos nacemos con una misión en la vida pero… ¿Lo difícil es descubrirla, cierto? Aún a mi corta edad, yo escucho y sigo detenidamente las señales que Dios va colocando en mi camino, intentando descifrar cuál es mi verdadera misión, saber para qué vine a este mundo y cómo se lo voy a dejar a las próximas generaciones.

Muchas veces, y como a cualquier otro ser humano le puede pasar, me cuesta darme cuenta, me cuesta aceptar, y me hago mil preguntas acerca de por qué se cierran algunas puertas en mi vida que pensé y que quería que se abrieran. Pero es entonces cuando suceden cosas como ésta: recibir una invitación de Scalabrini International Migration Network (SIMN) para participar como Embajadora Global de la institución en el VI Foro Internacional de Migración y Paz.

Identificarse con una problemática social no es fácil, tiene que existir un gran arraigo emocional, o por experiencia propia se tiene que haber vivido o haber sido testigo de alguna situación así. Les comento esto porque cuando recibí la invitación de SIMN para formar de dicha organización en el año 2015, no lo dudé ni un segundo. Yo soy una más de las millones de personas que son descendientes de migrantes, y otra más de esas que a diario han dejado su país de origen bien sea en búsqueda de la felicidad y de una mejor calidad de vida, por simplemente por una decisión de crecimiento personal. Claramente mis razones no se comparan con la de muchos países en guerra, por ejemplo. Sin embargo, ahora estoy en un país que no es el mío y que, aunque me siento afortunada porque esta nación me abrió sus brazos, no ha sido fácil emigrar.

Lamentablemente, la situación de Venezuela ha forzado a muchas personas a tomar la decisión de salir de nuestras fronteras por razones obvias, así como ocurre en cualquier otro lugar del mundo; pero más allá del hecho de migrar, existen ramificaciones inimaginables de estas acciones, porque no siempre son por voluntad propia. Hay quienes migran por ser la única opción que tienen para sobrevivir frente a una guerra, otros migran por la intolerancia entre religiones, algunos otros motivados por las crisis económicas y sociales que los rodean; y peor aún, hay quienes son forzados a migrar y se convierten en víctimas de la esclavitud moderna y el tráfico humano: la mayoría son niños, niñas y mujeres.

Es así, y como pueden ver, que hablar de migración implica muchos aspectos, de los cuales he querido aprender y formarme para poder contribuir de una forma más activa y eficiente a la sociedad. Escuchar los diferentes casos que fueron expuestos en el foro la semana pasada fue una oportunidad grandiosa para mí, no solo desde el punto de vista profesional, sino personal. Conocer a representantes de otros países y saber más de sus culturas, le regaló un panorama diferente a mi forma de ver las cosas. Dicen que todos los días se aprende algo nuevo, y así fue.

La conferencia tuvo muchos alcances, siempre basados y orientados principalmente en las palabras expresadas por su santidad el Papa Francisco, quien en su discurso dijo: «Nuestra respuesta compartida debería estar articulada en cuatro verbos: recibir, proteger, promover e integrar». Reconocer y promover la responsabilidad compartida que tenemos todos en estas problemáticas es fundamental para enfrentar la crisis. La dignidad de todos los seres humanos como elemento y derecho esencial debe ser el camino a procurar.

¿Y Venezuela?

En el evento tuve la bendición de estrechar la mano del Papa Francisco por segunda vez, y podría decir que hasta ya nos hemos encontrado tres veces, porque casualmente lo vi un día antes de la audiencia… Señales y escenarios que me hicieron reconocer que inesperadamente se abrió otra puerta frente a mí, la puerta para la renovación de mi fe, para el reforzamiento de mis intenciones sociales y humanitarias… La consolidación del camino que elegí como bandera durante estos últimos años.

El compromiso hacia el otro, al prójimo, a la sociedad; el compromiso por alzar mi voz en nombre de aquellos a los que se les ha negado la oportunidad de hacerlo; el compromiso de llevar honestamente a mi país a dónde quiera que vaya. Ser la representación de mi cultura y los valores que mi nación me regaló es simplemente la puerta más bonita de las muchas que Dios tiene para mí.

Poder expresarle al Santo Padre mi sentir y mi preocupación por Venezuela, así como pedir su bendición para nuestro pueblo, me llena el alma. Sé que esa petición, hecha desde el corazón, fue bien recibida por un corazón abierto…

5 Comentarios sobre “Una señal de fe”

  1. lohana virla dice:

    hola molly , espero estes bien

    sabes tus palabras me llenan tanto de fe que como tu dices muchos de nosotros los venezolanos la hemos perdido , aveces quiero salir corriendo y me desespera la situacion en la que tratamos de sobrevivir y pierdo la fe pero leer cada una de tus palabras me dan fuerzas para seguir adelante y saber que no todo esta perdido y es cierto no debemos perder la fe apesar de que paresca que ya no hay nada que hacer…

    todavia hay mucho por hacer venezuela es grande…

    mi admiracion hacia tii , saludos…

  2. Carlos Yanez dice:

    Muy sentidas palabras Molly, el hecho de ser una embajadora de Unión en el mundo es sumamente gratificante no solo como Venezolana si no como un ser humano común, en los hogares de todos los Venezolanos cada vez es mas escaso el Valor del Respeto , Tolerancia y Amor, las cuales son pieza principal para la ayuda personal y en masa para cada uno de nosotros. Me alegra muchísima que siempre nos tengas en tu memte ! Bendecido día

  3. lisbeth dice:

    hola tus palabras me llenan de fe, y si tienes razon con fe todo se puede aunque hay dias que la perdemos, gracias por tan hermosas palabras

  4. Adriana dice:

    Desde que te vi en el Miss Venezuela te admire porque tu oratoria es excelente dije bella e inteligente no fuiste la tipica Miss, tu inteligencia te aleja del patrón que han establecido de si es bonita es tonta. Me siento identificada con tus palabras e inquietudes en cuanto a descubrir la razón de nuestra existencia. Comparto esa fe en Dios. Esa búsqueda de la verdad. Eres una excelente embajadora de nuestra nación. Gracias por alzar inteligentemente tu voz por Venezuela. Sin duda Dios dirige tus pasos. Dios te bendiga y sigue llevando el nombre de Venezuela en alto de la mano de Dios.

  5. Angélica dice:

    María Gabriela,

    Gracias por toda tú intensión y por llevar el mensaje de la situación de nuestro país fuera del territorio, Dios te bendiga grandemente, personas cómo tú se necesitan en el mundo, tenemos que hacer llegar la palabra de Dios a cada rincón de Venezuela, somos seres humanos maravillosos y no podemos dejar perder todo lo que hemos soñado, nosotros los Venezolanos somos: trabajadores, luchadores, visionarios, emprendedores, con un vigor que nos nutre y alimenta el alma.

    Tenemos que renovar la fe y enseñar a muchos que se encuentran perdidos. Dios es grande y poderoso y su amor cubre a cada ser humano, cómo dice la canción: «SU FIDELIDAD ES GRANDE , SU FIDELIDAD ES INCOMPARABLE ,NADIE COMO TU BENDITO DIOS, GRANDE ES TU FIDELIDAD»

    Una vez más gracias por tus escritos, me llegan al alma y puedo transmitirlo a otras personas!
    Un abrazo y que Dios te bendiga

    Saludos,
    Angélica

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