Quiero decirte que he estado ahí, pero he encontrado una vía: he decidido tomar responsabilidad, revisarme yo, ocuparme de mí, de lo que pasa en mi entorno, de las personas y animales a mi alrededor y encontré ahí un universo de posibilidades. Hay mil cosas en las cuales podríamos trabajar para co-crear un mundo mejor.
Las personas que construyen se ocupan todos los días de ser mejores, de hacer mejores cosas, para tener mejores resultados en todos los ámbitos y esa convicción no cambia, no se modifica en función de lo que está pasando afuera. Según como lo veo, el “caos” que está primero en nuestras cabezas, proviene de poco trabajo interno versus mucho señalamiento externo.
Surgen entonces teorías sobre lo que hay que hacer o no, los grandes medios de comunicación captan la atención de sus televidentes capitalizando su frustración ante el panorama y los analistas lanzan hipótesis acerca de lo que habría que hacer al respecto. Entre tanto, muy pocos se preguntan: ¿qué estamos haciendo mal?, ¿cómo puedo ser yo el cambio que quiero ver en el mundo?, ¿de qué manera estoy contribuyendo con todo lo que creo que está mal?
Una persona que dice sentirse muy superior a su país y su gente, muy probablemente tiene grave conflicto de autovaloración. Una persona que siente que nadie le quiere o se siente incapaz de amar, probablemente tenga un conflicto con el amor propio. Una persona que desprecia a otra persona, muy probablemente se desprecia a sí mismo. Una persona que piensa que despierta envidia, probablemente está envidiando algo de alguien. Una persona que se siente perseguida y atacada por su entorno, seguramente se ataca a sí mismo y a su entorno, más que nadie.
El problema NUNCA está afuera, lo que vemos es un espejo maximizado de quienes somos. Si el racismo, la intolerancia, la mentira, el populismo, la corrupción y la violencia están tomando demasiada fuerza, quizás sea un buen momento para revisar sinceramente, qué tanto está en nosotros y qué podríamos hacer para cambiarlo.
Ocupación, mata pre-ocupación. Ante la incertidumbre que provoca el maremoto de noticias que se generan en el mundo todos los días, pocas personas escapan de eventuales ataques de ansiedad sobre el futuro y sobre la capacidad de cada uno de sobreponerse a los cambios. Pero me he dado cuenta que hay algo que tienen en común esas personas que son la excepción y es que ellos están ocupándose. Tal vez leas esto y te digas: «pero si yo me ocupo de mil cosas… También tengo a derecho a preocuparme» y te diré que tienes razón, nadie te puede quitar ese derecho.
Permanecer en constante ansiedad y preocupación, para algunos es hasta adictivo. Pero si realmente esto no te hace sentir bien, te invito a preguntarte: ¿cuánto tiempo inviertes hablando de lo que está mal, versus el tiempo que inviertes en trabajar en una solución?, ¿cuánto tiempo pasas hablando del problema y cuánto podrías invertir ayudando a alguien que te necesita?, ¿cuántas veces esas conversaciones sobre «lo que está pasando», llenas de suposiciones, datos imprecisos y juicios, te han invitado a paralizarte y te han llenado de miedo?, ¿cuánta responsabilidad tienes en la creación de esa realidad caótica que estás experimentando?
Digno de compartir…. Un claro, sencillo y buen mensaje para canalizar el caos y en vez de pre-ocuparnos, ocuparnos.