En estos días he tenido la oportunidad de probar mi actitud ante ciertas situaciones y personas. También he podido darme cuenta de cómo en la medida en que yo cambio, todo fluye. A continuación me explico.

¿Te ha pasado que tiendes a generalizar y decir fulano no me cae bien, sutano es antipático conmigo o mengano no me soporta?

A mi sí, y muchas veces. Incluso he sido tan egoísta que he dicho, sin conocer a una persona, que ésta no es de mi agrado; y resulta que con el tiempo la conozco y termino retractándome.

¿Por qué ocurre esto? Hay un concepto muy antiguo que es el de la “empatía” y significa, en palabras sencillas, ponernos en los zapatos del otro, aceptar y entender su comportamiento y hacérselo saber.

Nuestro cerebro alberga unas pequeñas neuronas llamadas espejo que son las que nos permiten captar e imitar las emociones de los otros. Esas neuronas, sumadas a un proceso de socialización, son las que permiten desarrollar esta empatía.

Pero, ¿qué pasa cuando no me siento así?, ¿cómo puedo desarrollar esa herramienta que me traerá cosas positivas a mi vida? Para ser empático lo primero es querer serlo; lo siguiente, es seguir algunas buenas prácticas que nos ayuden a afianzarlo.

• Practica la compasión. Comparte desde el corazón y conecta con lo que esta persona está manifestando, sea lo que sea, trata de leerlo y busca sentimientos positivos en ti que creen esa conexión. Después de todo es tan humano como tú, y si estuvieras en la misma situación desearías que te trataran de la misma manera.
• Escucha, no oigas. No te quedes en lo superficial, profundiza en pensamiento y compártelo con lo que el otro te cuenta. A veces somos egoístas, y cuando escuchamos a otra persona contarnos sus cosas no entramos en detalles, ni preguntamos para no involucrarnos, aunque probablemente lo estén deseando.
• Lee su lenguaje corporal. Hay personas parcas y secas, y otras abiertas y espontáneas. Eso permite que sintamos más empatía por unos que por otros, pero ¡ojo! quizás el que es menos expresivo necesita más de ti, no lo pierdas de vista.
• Trata de pensar como esa persona. Ponte  en los zapatos  de la otra persona y  piensa: ¿por qué  estoy actuando  de esta forma?,  ¿qué