El 21 de marzo llegué «al tercer piso», y aunque el día fue bastante ajetreado, estuvo lleno de felicidad plena. Este año 2018 están ocurriéndome muchas cosas maravillosas, y estoy convencida de que el universo está conspirando para hacer realidad cada uno de mis sueños.

El día en que entendamos que lo único que nos vamos a llevar es lo vivido, empezaremos a vivir lo que deseamos llevarnos… Y con esta frase empiezo este artículo porque nos toma mucho tiempo entender que la vida está hecha de instantes, de momentos que nos llenan el alma, que nutren nuestro espíritu de latidos, y nuestras memorias de sonrisas y suspiros espontáneos que afloran sin pensarlo.

Viajar para mí se ha convertido más que en un escape, en una oportunidad de reencontrarme conmigo misma, ya que en el silencio de un atardecer o de un amanecer, en el sonido del viento o de las olas, o de cualquier jardín que me pueda detener a contemplar, me encuentro; y sí, me encuentro con mis ideas, con mi creatividad e incluso con la paz y el balance que a veces pierdo debido a la rutina o por la dinámica que suelo tener.

Tenía un año exactamente sin ir a Venezuela, y regresé en marzo porque decidimos programar la boda en Margarita, estado Nueva Esparta para esa fecha porque no solo es el mes de mi cumpleaños, sino el de mi mamá, el de una de mis cuñadas y de uno de mis sobrinos. Soñaba entonces que tendría una semana de celebración preboda donde mi familia pudiera desconectarse, al igual que yo, de sus problemas; y además pudiera disfrutar de los lugares bonitos de la isla y del trato cordial que su gente siempre tiene para ofrecer.

Feliz de estar en compañía de mis seres queridos para celebrar | Foto: Donald Bohorquez @donaldfoto

Como ya se los he contado un poco en mis redes sociales, esos días fueron una locura y la posibilidad de celebrar mi cumpleaños en las instalaciones de H2Otel era algo a lo que no me podía resistir. Una grata sorpresa por parte de la familia de LD’ Hoteles que agradecí y que me disfruté en compañía de mis familiares y amigos.

De todas las veces que había estado en Margarita no había tenido la oportunidad de visitar el hotel, y es que desde que uno entra al lobby se encuentra con un espacio lleno de luz y de detalles que logran el equilibrio perfecto de colores entre el agua, la decoración, los elementos naturales y las flores silvestres. La música es relajante, su personal es más que amable y el papelón con limón y hiberbuena de bienvenida es de lo más refrescante. Si van, no duden en pedirlo: ¡Es divino!

Tomar el desayuno en la habitación fue uno de los mejores planes del día. Los cuartos son tan acogedores que no sabía si saltar en la cama, o quedarme durmiendo