Leer esto en los temas propuestos por ustedes, hizo que mi corazón se detuviera porque algunas despedidas familiares han marcado mi vida.

Este año sin duda nos ha sorprendido a muchos, llevándose de nuestro lado a personas que eran parte de nuestras motivaciones, de nuestros afectos y de nuestras alegrías. Y no solo hablo de la pérdida física de quienes hoy a causa de un virus, o diversas circunstancias, no nos acompañan en este plano terrenal; también hablo de aquellas personas que ya no son parte de nuestra vida como quisiéramos, y que en algún momento fueron partícipes de ese espiral de inspiración, fuerza y motivación que direccionaba nuestros pasos.

Sin embargo, difiero del punto de que nuestro propósito pudiera estar atado a la motivación que nos genere una sola persona… Lo más hermoso del propósito es que su fundamento es la transformación de la vida de otros, empezando por la nuestra, y son muchos los que pueden inspirarnos para seguir adelante con nuestra misión en la vida. El propósito tiene la cualidad de ser trascendente, si lo que hacemos es desde el corazón, cada acción, por muy pequeña que sea, siempre tendrá un impacto positivo en otra persona.

Si comprendemos el significado de la palabra propósito, no es más que el sentido que queremos darle a nuestras vidas. Por qué y para qué lo hacemos, y cómo está relacionado a esa necesidad individual de encontrarle un sentido lógico a nuestra misión en esta tierra; una finalidad a nuestra existencia como seres humanos; una respuesta al legado que queremos dejar… Pero principalmente, es la búsqueda incansable de la felicidad, y de ese equilibrio y sensación de satisfacción que se logra cuando nuestra pasión se une con la estabilidad económica, espiritual y emocional.

Pensar que mi propósito se irá cuando quienes me motivaban ya no estén a mi lado, solo me invita a pensar en varias cosas para reencontrarme con él:

1. Si esa persona que era mi motivación me amaba, no quisiera que mis acciones se detuvieran con su partida. Al contrario, se convierte en una mayor motivación hacerlo por y en su memoria.

2. La partida física de una persona efectivamente puede estancar nuestras metas a corto plazo, pero no deben cambiar nuestro propósito final. Está bien no tener ganas de nada, es normal perder el enfoque, la inspiración y las fuerzas… Es parte del proceso de una pérdida. No podemos pretender seguir adelante como si nada, si nuestro corazón está sentido, lo que no podemos es quedarnos fijos en ese lugar.

3. Las pérdidas llegaron para dejarnos lecciones, y aunque la mayoría de las veces son dolorosas, todo puede ser visto desde otra perspectiva. A mí me invitó a conectar con la vida, con la simplicidad de respirar y valorar una sonrisa. Todo tiene más sentido cuando comprendemos que estamos de paso, y que debemos aprovechar vivir a intensidad cada minuto de nuestras vidas y eso incluye seguir apostando a nuestro propósito.

4. Dale la bienvenida a los milagros. Esas personas que hoy no están físicamente, permanecen en nuestro camino como ángeles. Muy a pesar de tu religión, o la mía, estoy segura que existe una fuerza espiritual que intervendrá siempre por ti y por tu bien. Me gusta pensar que no existen las coincidencias, y que esas señales bonitas que a veces recibo vienen de esas personas porque voy por el camino correcto.

5. Busca tiempo para ti. Piensa en esas cosas que le dan alegría o paz a tu corazón y busca llenar tus días de ellas. Ya sea ver películas, meditar, escuchar música, leer, hacer ejercicios, pintar, hablar con tu familia y amigos, o consentirte… Necesitas recuperar la musa, y la gran mayoría de las veces no ocurre por arte de magia. ¡Dios dice ayúdate que yo te ayudaré! Así que no te sientas mal por intentar estar mejor.