Cuando están asustados o tienen miedo, ¿qué cara ponen? A mí el miedo particularmente solía paralizarme pero ahora solo me da un “sustico” en el estómago que me hace sonreír tímidamente… Y les pregunto eso porque quiero contarles algo acerca de los retos. 

Tengo 7 años de relación con Alberto y una vez intenté aprender a hacer Kitesurf, uno de sus pasatiempos favoritos, y no la pasé nada bien. Me habían dicho que me daría algunos golpecitos, que literalmente me tomaría todo el agua del mar, que si no controlaba la cometa y me pasaba la “ventana de viento” el kite me levantaría y saldría volando, que me dolería todo al día siguiente, y paren ustedes de contar qué tanto más. En ese momento encontré muchas razones para no querer intentarlo de nuevo.

Emprender algo nuevo implica aprender a no sufrir en el proceso, eso es algo que todos sabemos pero poco aplicamos… Y es que una vez que hemos tomado la decisión de aventurarnos, no nos queda más que enfrentar todo lo que implique ese nuevo desafío… Y es por eso que tomo el caso del kite para hablar de esto porque creo que aplica para todo en la vida. ¿Y de qué se trata? De…

• Disfrutar de los buenos y los malos ratos que nos toca vivir.
• Levantarnos de las caídas y siempre con la mejor actitud.
• Reconocer cada logro que alcancemos por mínimo que parezca.
• Valorar toda evolución que tengamos aunque parezca sencilla.
• Asumir los errores que cometamos para no volverlos a repetir.
• Tolerar el “chalequeo” (burla) e incluso esas críticas que no esperamos o quisiéramos escuchar.
• Ser resilientes a pesar de cualquier circunstancia y sobreponernos siempre con fortaleza.
• Aprender a que no siempre el viento soplará a nuestro favor pero que puedes manejarlo.
• Saber que debemos hacer pausas necesarias para recuperar fuerza y energía.
• Entender que la cometa se maneja con seguridad y con técnica, jamás con fuerza; y que su control y dominio no depende del impulso del viento, sino de nosotros.

Si quieren saber qué paso con mi curso, les confieso que no pude terminar con mis 8 horas de entrenamiento; solamente llevo 5 y todavía no sé cómo pararme en la tabla ni mantenerme de pie, y evidentemente todavía no sé cómo navegar… Pero sí les puedo decir que disfrute cada minuto, incluyendo toda el agua que tragué, las voladas que tuve, la quemada del sol, los jalones que me dio la cometa (pero que en realidad era yo misma), la desintoxicación que brindó el mar -creo que dejé todas las gripes allí-, compartir con gente muy cool y buena vibra; y lo más importante de todo,